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Rosalía Molina, alma máter de Bodega Altolandón y ejemplo de mujer rural

Lleva desde 1998 en Landete, donde junto con su marido, el viticultor Manuel Garrote, empezaron de cero a hacer sus primeros vinos. Ahora están presentes en más de 30 países

Mariano Cebrián

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Cuando uno escucha ahora el nombre de Rosalía, es inevitable pensar en la cantante española más famosa del mundo. Pero estos días en Castilla-La Mancha se hablará de una tocaya suya por hacer arte también, en este caso con vino. Rosalía Molina , gerente y enóloga de Bodega Altolandón , en Landete (Cuenca), ha convertido su pequeña empresa familiar en todo un éxito a nivel internacional, algo que le ha servido para recibir este año el reconocimiento del Gobierno autonómico en el Día de la Mujer Rural .

«Este reconocimiento supone un orgullo, ya no solo para mí, sino para el equipo que conformamos Bodega Altolandón. La comunicación y el trabajo que se hace para dar a conocer nuestros vinos es muy duro, y que te lo reconozcan siempre es importante». Así se expresa por este premio a toda su carrera profesional y personal, que comenzó siendo una niña vendimiando en su Requena natal -localidad valenciana vitivinícola por antonomasia-, que continuó criando a sus hijos entre viñas y barricas, como los buenos vinos, y sigue ahora con un proyecto afianzado.

«Tengo tres hijos y casi todos ellos han nacido en época de vendimia y tuve que recoger la uva con alguno de ellos cargado en una mochila al pecho. Cuando eran niños, estaban todo el día correteando entre viñas, barricas y cajas de botellas, y ahora echan una mano en todo lo que pueden. Parece que habrá relevo generacional en la bodega», relata Rosalía a ABC. Landete es su segunda patria, donde lleva la mitad de su vida y de donde es su marido, el viticultor Manuel Garrote . Allí, en 1998, decidieron plantar una viña y dos años después comenzaron a hacer sus primeros vinos.

«Somos una empresa familiar que empezó de cero y en los comienzos elaborábamos el vino en una pequeña nave y luego lo guardábamos en casa, quitando muebles para poner las barricas. Es decir, era un vino de garaje tal cual». La responsable de Altolandón señala que su pasión por el vino no le viene de familia, pero ella, desde pequeña, siempre se interesó por este mundo en el que la mujer no tenía tanta presencia hace décadas. De ahí que, aunque su formación al principio fue por otros derroteros, cambió el chip y comenzó a compatibilizar su trabajo con los estudios de enología, sin pensar en ningún momento en llegar hasta donde ha llegado. Ahora sus vinos son reconocidos por todo el mundo, algo que ha conseguido con sus continuos viajes a ferias y reuniones con clientes de más de 30 países.

Sin embargo, Rosalía siempre acaba volviendo a Landete, pueblo de la Serranía Baja de Cuenca que se encuentra a más de 1.000 metros de altura y que tiene un clima mediterráneo medio. Todo ello animó a la alma máter de Bodega Altolandón, que tiene uno de los viñedos más altos de España, a asentarse en este terruño de donde salen los excelentes caldos que elaboran, que son ecológicos, muy frescos y que se caracterizan por su acidez natural. Debido a esa latitud y altitud de sus viñedos, las vendimias son tardías y cada vez más a causa del cambio climático. De hecho, según dice la responsable del proyecto, están en plena recolección, por lo que durante estos días podrá lucir con orgullo el premio que le ha dado el Gobierno autonómico.

20 vinos en 20 años

La bodega elabora 20 vinos distintos que tienen cada uno su historia, tras más de 20 años. Rosalía y su marido, que hacen vinos adscritos a la Denominación de Origen La Manchuela , intentaron recopilar el mayor número posible de viñedo viejo de las variedades de bobal y de garnacha, uvas típicas de la zona. Pero también se abren a más variedades peculiares de otras zonas, como la cabernet franc o la malbec argentina, de las que han ido aprendiendo vendimia a vendimia, hasta conseguir el resultado que querían por su buena adaptación al terreno.

Entre todos ellos, destaca un vino de hielo, conocido como ‘ice wine’, para el que las uvas se vendimian en enero. Para conseguirlo, utilizan uvas de variedades de ciclo más largo que tienen que aguantar sin pudrirse y que dependen del clima. Además, crean un vino naranja, hecho de uva blanca, que se fermenta con su piel, hasta que se oxida y el color se traspasa al vino; ‘Con altura’, por la altitud a la que se encuentran los viñedos, y ‘Rosalía’, criado en tinajas y elaborado con uva garnacha de viñas centenarias, con el nombre de la gerente y enóloga de Bodega Altolandón, que convierte en arte el vino.

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